La incertidumbre nuestra de cada día

0

A este momento que vive el país le va perfectamente aquella canción que hizo popular Lucía Méndez, escrita por Juan Gabriel: “¿Para qué me haces llorar, ¿que no vescómo te quiero? Y para qué me haces sufrir, ¿que no ves, que más no puedo? (…) ¿Por qué me haces llorar y te burlas de mí? Si sabes tú muy bien, que yo no sé sufrir.

Pocos, muy pocos, se han puesto a pensar que la incertidumbre es un activo de la política. Desde su creación, el Estado Nación configuró una serie de reglas y leyes para el correcto funcionamiento institucional y social, lo que trajomecanismos para evitar el caos, el descontrol y la anarquía. El ser social se acostumbró a tener la certeza de que siempre se cumplían las leyes y las reglas del Estado, si no, sesacudía el sistema. Esa dinámica carecía de reflexión.

Una alteración en la dinámica preconcebida, donde el estado manda y el ser social cumple reglas y leyes, inevitablemente lleva al temor a lo incierto y detona la necesidad de controlar la incertidumbre para mantener la seguridad.

Hay corrientes filosóficas, desprendidas del existencialismo, que sostienen que vivir en “incertidumbre continua”, es un paso a la libertad, una oportunidad de renacer, reinventarse y no depender del pasado.

¿Pero qué pasa cuando los encargados del Estado controlan la incertidumbre, abren y cierran la llave de las certezas? El miedo abunda, la inamovilidad permea y la confusión fragmenta las capas sociales.

La administración de Andrés Manuel López Obrador se mantiene en una tensión cotidiana. Entre la cancelación del aeropuerto de la Ciudad de México, la estrategia para combatir al huachicoleo, la crisis de combustibles, las perspectivas a la baja sobre el crecimiento económico, los índices delictivos al alza, la desacreditación a los contrarios y el “me canso ganso”, “yo tengo otros datos”, “el que se aflige se afloja” y el “vamos avanzando”…Hay una ausencia de credibilidad, pero sobre todo de certezas respecto a si el Estado será capaz de sortear los obstáculos que tiene enfrente sin irse de bruces. Acto seguido, viene el miedo, el otro infalible activo del poder.

Sin ánimos de entrar a terrenos complejos de la sociología, habrá que decir que este ámbito considera los periodos de incertidumbres como detonantes de la creatividad, no para hacer manualidades o pintar… Sino para reformar los mecanismos cotidianos, re-inventarlos y no ceder espacio a la posibilidad de quedarse inmóvil porque la realidad no está en sintonía con los deseos del ciudadano. En la física cuántica, el principio de incertidumbre establece que la materia no es estática ni predecible, ¿por qué temer a no saber si otros están tomando buenas decisiones por nosotros si es uno mismo el que hace sólido el tejido social?

La visión positiva de la gestión de incertidumbre es que el poder no solo tiene la virtud de imponerse de manera vertical, sino que tiene varios caminos de construirsede forma colectiva. La incertidumbre generalizada solo beneficia a quien la controla y solo se combate con información, solidaridad y la generación de certezas propias para avanzar en el entorno inmediato, suena a idealismo, claro. Pero la dinámica del funcionamiento social está más motivada por ideas de comunidad que por las decisiones de los políticos. Y mientras les cantamos el tema de Juan Gabriel, nos ponemos a hacer algo por nosotros.