Hace más de 30 años, el cantante Emmanuel conmovía a su fans con aquella canción dramática: “Quiero decirte tan sólo, que aunque me encuentre tan solo, hoy cuando salga a la calle no va a notar nadie… que lloro”. Esa misma canción podrían cantar, con más dramatismo, los emprendedores de este país tras la desaparición del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), que de un plumazo, pasó a la historia a seis años de su creación.
Durante la discusión en el Senado se argumentó que 4 millones y medio de emprendedores fueron apoyados con 108 mil proyectos productivos y se financió a 500 mil negocios, pero se acusó que habían existido actos de corrupción y malas prácticas.
La desaparición del Inadem mantiene la línea de la administración federal de borrar, sin contemplaciones, todo lo que hayan generado las pasadas administraciones bajo el mismo argumento: la corrupción. Hace algunos días, la diputada Dolores Padierna, esposa de René Bejarano, el llamado “hombre de las ligas” y exhibido en la entrega de sobornos hace algunos años, afirmó en una entrevista para la revista Forbes que la agenda del presidente es sepultar al neoliberalismo y potenciar la economía nacional “para el mercado local, es decir, hacer de México un país productivo para el mercado local”.
Ante tal posicionamiento, algunos números: las pequeñas y medianas empresas representan el 60% del Producto Interno Bruto del país, que a su vez generan el 85% de los empleos. Además, una buena parte del emprendurismo busca apoyos a ideas innovadoras, desde aplicaciones tecnológicas que ayuden a la producción hasta incursiones en ámbitos que comienzan a explorarse en desarrollos tecnológicos. Desaparecer Idadem es una forma de dinamitar la idea, no solo en generación de empleos, sino de un paso al desarrollo. El discurso y la práctica están disociados, queda la impresión de que alguien no entiende que la autosuficiencia es una paradoja en un mundo articulado hacia las relaciones globales: nadie puede solo.
El cierre de Inadem no es el fin del mundo, curiosamente, hay organismos internacionales que dan auspicio, universidades y empresas, pero es un nuevo signo del camino de los cangrejos en los que se ha metido la nueva administración, que busca apoyar a jóvenes en su primer empleo pero cierra la primera puerta que muchos de ellos podían tocar para concretar un proyecto que ayudará a la economía. El grupo más afectado también es el de las mujeres, que en su mayoría eran las que solían solicitar apoyos de emprendurismo.
A la deriva se ha dejado a quienes mueven la economía del país. Es esa orfandad la que desequilibra, la que mueve al encono y la fragmentación. Lo vaticinó el mismo Emmanuel en la misma canción: “Y si el mundo da otra vuelta y te devuelve aquí, no te extrañe encontrarme de espaldas y alguien frente a mí”.
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