Hace unas semanas, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, declaró que la población mexicana está feliz con su gobierno. Posteriormente, se dio a conocer que las declaraciones de López Obrador estaban basadas en un indicador calculado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El Indicador de Bienestar Autorreportado de la Población Urbana (BIARE) es una metodología que utiliza el instituto de estadísticas para medir el bienestar subjetivo de la población. Este indicador se realiza cada tres meses y su aplicación coincide con el cálculo mensual para la elaboración del Índice de Confianza del Consumidor.
Según el INEGI, la medición del bienestar subjetivo se enmarca en un creciente consenso a nivel internacional sobre la necesidad de dar seguimiento al progreso social a través de la perspectiva de las personas acerca de sus experiencias de vida, y no solo a través de la disponibilidad de bienes y servicios.
Aunque pareciera, el BIARE no es nuevo, el INEGI lo calcula desde julio de 2013 con base en la metodología publicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En su publicación más reciente, la satisfacción de vida de los mexicanos a nivel nacional se ubicó en 8.3 puntos a julio del 2019, de una escala de 0 a 10, mismo valor que un trimestre previo y que un año antes.
En la lectura de enero del presente año, y en la cual López Obrador se basó para declarar que la población mexicana está “feliz, feliz, feliz”, se registró la mayor satisfacción de vida al ubicarse en 8.4 puntos. Al considerar la satisfacción por componentes específicos, los mexicanos registraron la mayor felicidad en 10 de los 12 rubros; con excepción en la perspectiva a futuro y seguridad ciudadana.
La aplicación de dicha encuesta, realizada a mayores de 18 años en 2,336 viviendas en los 32 estados del país, coincide con el reciente debut de López Obrador como presidente y refleja que los mexicanos percibían una mayor felicidad (expectativa) ante dicho suceso. Si comparamos el indicador de enero con la publicación más reciente se observa una disminución de 0.1 puntos en la satisfacción de vida, y un retroceso en ocho de los doce componentes. El descenso podría ser un reflejo de los resultados de los primeros meses de trabajo de López Obrador.
El INEGI liga la aplicación del BIARE con el Indicador de Confianza del Consumidor, pues los niveles de satisfacción y el balance anímico de los mexicanos influyen en las perspectivas de consumidor final. Esto es, a un mayor nivel de satisfacción con la vida será mayor el valor absoluto del Indicador de Confianza del Consumidor. De esta manera, se podría concluir que la percepción individual y estado de ánimo influyen con el cálculo de la confianza del consumidor, el cual a su vez es uno de los principales indicadores macroeconómicos que el mercado analiza.
Entonces, si la confianza del consumidor refleja, en parte, la felicidad de los mexicanos. ¿Cómo determinaríamos la felicidad de los inversionistas?
Quizás lo podríamos medir a través de los Indicadores de Confianza Empresarial (ICE) calculados también por el INEGI. El ICE está constituido por encuestas de opinión empresarial de los sectores de la construcción, comercio e industrias manufactureras, los cuales reflejan la percepción y opinión de los directivos empresariales de los sectores antes mencionados sobre si es el momento adecuado de invertir, y sobre la situación económica presente y futura del país y de la empresa.
En la publicación de julio, la confianza empresarial en el sector comercio se ubicó en 51.2 puntos, en el sector manufacturero se colocó en 49.4 puntos y en 48.4 puntos el sector de la construcción. En los tres casos, la lectura del séptimo mes representa el valor más bajo en lo que va del año, acercándose a niveles mínimos históricos; la confianza en la industria manufacturera llegó a bajar hasta 47.3 puntos.
En enero del 2019, la percepción de los empresarios comerciales se ubicó en 52.9, de los manufactureros en 52.9 y del sector de la construcción en 48.8 puntos. Comparándolo con el dato más reciente de julio, se observa un descenso del 1.7, 3.5 y 0.4 puntos, respectivamente, lo que se podría traducir en una menor felicidad del sector empresarial. El mismo comportamiento que presentó la satisfacción de vida de los mexicanos en general en el mismo lapso.
Es así como podemos concluir que tanto la percepción de la felicidad/confianza de los consumidores y de los empresarios presentan un importante descenso entre enero y julio del 2019, derivado, en parte, de los resultados económicos y sociales de los primeros meses de gobierno de la nueva administración. Por un lado, los consumidores se han visto afectados por una serie de recortes en la inversión del estado en el sector salud, educación e infraestructura (por mencionar algunos), así como un menor presupuesto nacional que generó un importante recorte en la fuerza laboral de servidores públicos a nivel nacional.
En cuanto al ámbito empresarial, la percepción de que, si es un momento adecuado para invertir y la perspectiva de la situación económica de las empresas y del país ha empeorado últimamente, pues las condiciones que ha determinado la nueva administración son ambiguas y no dan seguridad a los empresarios para desarrollar nuevos proyectos, sobre todo después de la cancelación de la mega obra del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
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