Mientras en México algunos actores retoman el modelo de advertencia para alimentos y bebidas que se usa en países como Chile desde 2016, y más que reforzar la educación del consumidor a través de información útil, cataloga los alimentos industrializados como buenos o malos a través de sellos de advertencia.
Las autoridades del país sudamericano comienzan a darse cuenta de que la decisión al implementar esta medida fue equivocada y en propia voz de Jaime Mañalich, Ministro de Salud de Chile se reconoce que las personas se están haciendo insensibles a las advertencias y reconocen que se dejaron de atender aspectos educativos para disminuir los índices de sobrepeso y obesidad en el país, mismos que incluso han aumentado entre 2016 y 2018.
Por si esto fuera poco, las autoridades chilenas consideran que la legislación, que incluye restringir la publicidad a menores, ha llegado a su límite pues las empresas que después de 2016 comenzaron a reformular sus productos para buscar disminuir los niveles de azucares, grasas y calorías, reciben solicitudes de los propios consumidores para regresar a las recetas originales que prefieren a las versiones reformuladas.
En este sentido es importante señalar que en nuestro país las compañías de alimentos y bebidas comenzaron desde 2006, por iniciativa propia, a reformular los ingredientes de sus productos y a implementar un etiquetado informativo que poco a poco va siendo entendido y útil para el consumidor, así lo demuestran los datos: 70% de ellos sabe de la existencia del etiquetado y 30% ya lo entiende e implementa en su vida diaria.
La necesidad de contar en México con reglas claras de etiquetado en productos de consumo, es tan importante como traer a la mesa las recomendaciones que hace en este sentido la Organización Mundial de la Salud en su Manual de Guías y Principios para Etiquetado de Productos las cuales desde su óptica contribuirán a que se pueda tener una dieta saludable.
La OMS señala que el etiquetado debe ser interpretativo, basado en símbolos, colores, palabras o elementos cuantificables. El contenido debe abarcar criterios nutrimentales e ingredientes con el objetivo de facilitar decisiones informadas por parte del consumidor y así contribuir a la promoción de dietas saludables. El etiquetado también debe permitir la comparación adecuada entre categorías de alimentos, dentro de la misma categoría y entre otros alimentos.
Curiosamente el modelo Chileno que arrancó en 2016 y que algunos buscan sea replicado en México, deja de lado estas características, toda vez que sólo prohíbe, descalifica y hace señalamientos en lugar de educar a la población, probablemente sea por eso que desde 2016 lejos de controlar, la obesidad ha crecido 2.2% en la nación Sudamericana.
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