Si te preguntaran qué estabas haciendo hace 15 años, ¿qué contestarías? Tal vez qué ¿estabas en la escuela?, ¿soltero?, ¿sin hijos?, ¿comenzando tu vida laboral? ¿emprendiendo un negocio? Y aún más difícil: ¿qué pasaría si pudieras regresar el tiempo 15 años?, ¿cambiarías tus hábitos financieros?, ¿volverías a tomar todas y cada una de las decisiones financieras que tomaste en ese momento? O ¿estudiarías más?, ¿ahorrarías más?, ¿invertirías mejor?, ¿arriesgarías un poco más?

Pues lamento decirte que eso nunca pasará. El tren no pasa dos veces, y si no tomaste buenas decisiones en el pasado, difícilmente tendrás buenos resultados en el presente. Pero no todo está perdido, la buena noticia es que siempre se puede mejorar, siempre se puede comenzar desde cero, siempre existirá la posibilidad de hacer las cosas de una mejor manera.

Lo cierto es que a lo largo de los últimos quince años todos los humanos hemos tomado decisiones que nos han llevado a estar donde estamos el día de hoy. Cada quien sabe si han sido buenas, malas o regulares, y si algo podemos aprender de la economía, es que se vive por ciclos, la historia tiende a repetirse, y partiendo de esa premisa podemos sacar ventaja.

Si hacemos un recuento de los hechos, nos daremos cuenta que el tipo de cambio hace 15 años estaba alrededor de los 11 pesos por dólar y hoy estamos alrededor de las 19 unidades, el índice de precios y cotizaciones (principal índice de la Bolsa Mexicana de Valores) estaba alrededor de las 13,000 unidades y hoy en día estamos en las 45,000; una Coca-Cola costaba alrededor de los 5 pesos y hoy no la encontramos por menos de 12, una bolsa de papas no subía de los 4 o 5 pesos, lo mismo sucedía con los pastelitos, botanas y con cualquier cosa que se les venga a la mente. Ese fenómeno es conocido como inflación y queramos o no, siempre estará ahí.

Pero eso no es todo, si ese era el valor de las cosas hace 15 años y ya conocemos lo que cuestan el día de hoy, ¿qué pasará dentro de 15 años?, ¿tendremos la capacidad económica para enfrentar lo que se venga? Suena complicado, pero si nuestros ahorros o nuestras inversiones no nos están generando por lo menos lo equivalente a la inflación ¡nos estamos empobreciendo! Y la explicación más sencilla es la siguiente: si dentro de los próximos años nuestro dinero no crece para por lo menos poder seguir comprando lo que hoy podríamos comprar, algo estamos haciendo mal.

Siempre es importante conocer nuestro pasado y en dónde estamos parados hoy en día, para saber hacia dónde vamos en el futuro. Así que manos a la obra, ya sabemos cuál es el camino para no empobrecernos y no perder poder adquisitivo.

Busquemos las mejores opciones y tomemos las decisiones más inteligentes, las que nos ayuden a cumplir nuestras metas y objetivos a corto, mediano y largo plazo. Y si no sabes por dónde comenzar, ¡acércate a tu asesor financiero!