La persona al frente de esa nación siempre ha sido y será un tema trascendental en la agenda económica y política del mundo, pero en estos tiempos toma aún más relevancia, pues se enfrentará a una de las crisis económicas más fuertes de los últimos años y sacar avante su economía es una obligación, no escrita, que tendrá que llevar a cabo y será un parteaguas para el desarrollo económico global.
El presidente estadounidense deberá de darle prioridad a varios rubros para que la recuperación económica sea sostenida, veraz y estable.
Empleo
Entre marzo y abril del año en curso, se perdieron 21.5 millones de empleos en Estados Unidos a causa de la crisis económica por el coronavirus, la mayor pérdida de empleos observada desde que inició el registro oficial. Como referencias históricas del sector laboral, en 1945 desaparecieron 3.4 millones de empleos durante siete meses a causa de una recesión provocada por el término de la Segunda Guerra Mundial. En la crisis subprime, durante 23 meses se perdieron 8.6 millones de empleos. Ambas reducciones son mínimas en comparación con la crisis actual.
A partir de mayo y hasta septiembre, se han recuperado 11.3 millones de empleos, cifra insuficiente para cubrir el boquete causado por la pandemia, pero a pesar de la tendencia alcista, las cifras de septiembre fueron inferiores a los meses previos, lo que encendió las alarmas de que el sector se está ralentizando, esto es, se observa un crecimiento más lento en la incorporación de estadounidenses al sector laboral. Si la creación de empleo sigue así de baja, tardaría por lo menos 16 meses para recuperar los empleos perdidos, bajo el supuesto de que no se perderán más. Autoridades de la Reserva Federal estiman que el sector laboral se ubicará en los niveles de la prepandemia hasta el 2023.
PIB
En respuesta a la semiparalización de la actividad económica global, el Producto Interno Bruto estadounidense cayó 31.4% en el segundo trimestre del 2020 a tasa anualizada, la mayor contracción desde 1947, cuando inició el registro oficial del indicador. El crecimiento económico dependerá en gran manera de un estímulo económico adicional para su población, tanto para los trabajadores como para el sector empresarial. Sin él, la recuperación será lenta y desigual.
Si en las próximas semanas los legisladores estadounidenses y la Casa Blanca logran llegar a un acuerdo que represente un apoyo suficiente para activar su economía, la recuperación podría ser un poco más rápida sobre todo si al mismo tiempo se logra contener la pandemia desde el ámbito social y de salud, situación que no se ha logrado hasta ahora. Varios estados han registrado nuevos máximos de contagios y las autoridades han tenido la necesidad de aplicar nuevas restricciones para evitar más incrementos de casos. Por lo tanto, en gran parte, el crecimiento de la economía dependerá, además del apoyo económico adicional, del desarrollo y distribución de una vacuna eficaz que permita a la población realizar sus labores de manera segura.
Conforme se otorguen estímulos fiscales a empresas, estas podrán recontratar a una parte de su planta laboral y continuar con sus proyectos productivos, lo que creará un ciclo económico positivo: nuevos empleos, más ingresos y un mayor consumo, lo que genera mayores ventas e ingresos para las empresas y las estimula a desarrollar nuevos proyectos y/o contratar a más personal.
Déficit fiscal
Tras el primer paquete de apoyo económico otorgado a la población estadounidense en marzo pasado, mismo que venció en julio, el déficit presupuestario aumentó considerablemente. Hasta agosto, el déficit fiscal fue de 3 billones de dólares, el mayor descenso observado históricamente. Un déficit fiscal significa que el estado gastó una mayor cantidad de dinero respecto a sus ingresos, situación que no es saludable para las finanzas públicas. Se estima que, al término del año fiscal estadounidense del 2020, el déficit rondará los 3.3 billones de dólares.
De la mano con lo anterior, Estados Unidos se ha endeudado más para otorgar los apoyos económicos por desempleos, brindar créditos, comprar bonos corporativos y gubernamentales, por mencionar algunas medidas tomadas recientemente. Hasta el segundo trimestre del 2020, la deuda global es de 23.5 billones de dólares, el mayor nivel observado hasta ahora y el cual podría continuar elevándose conforme se autorice un nuevo plan de estímulos económicos, sobre todo porque actualmente se eliminó el techo de deuda hasta el 31 de julio de 2021, para que no estuviera ajustada a promesas de campaña en las elecciones presidenciales del 2020. Este gran número de deuda es preocupante y es una limitante para autorizar un nuevo plan de apoyo según el partido republicano, que busca un estímulo adicional por alrededor de 1.6 billones de dólares, mientras que los demócratas pretender votar un proyecto por 2.2 billones de dólares.
Salir de esta crisis será extraordinario, por lo que se necesitarán medidas únicas, quizás no escritas en la literatura económica como “La mejor receta para salir de una crisis”. Y claro, dichas acciones tendrán sus repercusiones en el mediano y largo plazo, pero son necesarias, pues sin ellas se podría ver un acelerado incremento en la pobreza no solo en Estados Unidos, sino en todas las economías del mundo, sobre todo en los países emergentes.
Suscríbete a nuestro Newsletter
Mantente actualizado de las últimas ediciones.