El peso mexicano logró cerrar el tercer mes del año con una ganancia del 2.08% a pesar de la volatilidad en el mercado cambiario y de la fortaleza del dólar estadounidense.
En el ámbito externo, el constante incremento de casos de SARS-CoV-2 especialmente en Europa, una presión en el mercado de monedas emergentes impulsada por la lira turca, la aprobación del tercer plan de estímulos en Estados Unidos y la constante expectativa de un incremento en la inflación estadounidense provocaron un mayor fortalecimiento en el dólar. El Índice Dólar, una manera de medir su valor a través de compararlo con una cesta de divisas, subió 2.56% para finalizar el mes en 93.23 unidades, nivel no visto desde el pasado 5 de noviembre.
Los nuevos casos de COVID-19 en la zona europea se mantienen altos, en comparación con Estados Unidos. Mientras que la comunidad europea registra un incremento alrededor del 4% semanal, en Estados Unidos ronda el 1.4%. El aumento de casos ha provocado temores por una tercera ola de contagios y generado nuevos confinamientos en Alemania y Francia.
Durante el tercer fin de semana de marzo, el presidente turco, Tayyip Erdogan, despidió al gobernador del Banco Central de la República de Turquía, institución que decidió elevar su tasa de interés en 200 puntos base a mediados de febrero. Ante la noticia, se generó el temor sobre el nuevo líder del banco central, un exbanquero y legislador del partido gobernante, quien podría revertir la decisión. Esto llevó a que la lira se depreciara 17.3% momentáneamente ante el dólar al cotizar hasta las 8.4707 unidades, nivel no visto desde noviembre de 2020. Desde el anuncio, la moneda turca continuó retrocediendo de valor provocando que cerrara el mes con una pérdida del 11.66% ante el dólar. Otras monedas emergentes que también registraron importantes descensos fueron el zloty polaco, el leu rumano y el baht tailandés, quienes perdieron 4.7%, 3.5% y 3.2%, respectivamente.
Durante la primera quincena del mes se aprobó en Estados Unidos el tercer plan de estímulos para que su población pueda hacer frente a la crisis económica provocada por la pandemia. En cuanto el presidente Joe Biden firmó el proyecto de ley, se empezaron a distribuir cheques para los estadounidenses por 1,400 dólares mensuales, subsidios a seguros de salud y créditos fiscales por hijos, se extendieron los beneficios de desempleo suplementarios de 300 dólares por semana hasta septiembre. Además, se otorgaron apoyos a los gobiernos estatales y locales, un rescate de las pensiones sindicales y los fondos para aumentar las vacunas y la reapertura de escuelas. Hacia finales de mes, Biden reveló en Pittsburgh un plan para renovar la infraestructura del país por 2 billones de dólares y ayudar a generar empleos; por ende, impulsar la actividad económica.
Analistas continuarán atentos a la publicación de los próximos reportes de inflación en Estados Unidos, pues a pesar de que la inflación de febrero se mantuvo en línea con lo estimado por el mercado (1.7%), futuros incrementos acelerarían las expectativas de que el más reciente plan de estímulos está generando un importante aumento en los precios. Lo que podría orillar a la Reserva Federal a aumentar su tasa de interés de referencia, la cual se encuentra en el rango mínimo de 0.0 a 0.25% desde marzo del 2020 en respuesta a la desaceleración económica provocada por la pandemia.
Por otro lado, la decisión de política monetaria de Banco de México, así como la suspensión de la reforma eléctrica de López Obrador y la presentación de una reforma petrolera fueron los principales factores internos que influyeron en el valor del peso.
Un juez de distrito especializado en competencia económica concedió varias suspensiones definitivas a empresas que tramitaron amparos contra la reforma eléctrica impulsada por López Obrador y que fue aprobada por ambas Cámaras sin realizar ningún ajuste. Un grupo de diputados, así como la Secretaría de Energía trataron de impugnar las suspensiones de la reforma eléctrica, pero hasta el momento de escribir estas líneas no tuvieron éxito. Ante tales actos, el presidente López Obrador ha declarado que podría recurrir a una reforma a la Constitución en caso de que la Ley de la Industria Eléctrica sea considerada como inconstitucional por jueces y magistrados. Expertos sostienen que la aprobación de la ley frenará el desarrollo sostenible, económico y medioambiental de México, además de que el país perderá atractivo de inversión al cambiar las reglas de operación de las empresas de energía renovable.
Aún no terminaba esta novela cuando López Obrador envió al Congreso de la Unión una iniciativa para reformar la Ley de Hidrocarburos, que pretende dar un amplio margen de discrecionalidad a la Secretaría de Energía y a la Comisión Reguladora de Energía. Con ella, pretende otorgar y revocar permisos para que empresas del sector privado participen en la producción, procesamiento, almacenamiento, transporte, expendio e importación y exportación de hidrocarburos. La propuesta ha sido considerada por el mercado como una expropiación de facto que se deja a la libre interpretación de la autoridad, pues la reforma solo aclara que se intervendrá si representa un peligro inminente para la seguridad nacional, seguridad energética o para la economía nacional sin dar más detalles de ello. Al igual que en la reforma eléctrica, la propuesta no fue bien recibida por especialistas en el sector.
Por último, Banco de México mantuvo sin cambio su tasa de interés de referencia el pasado 25 de marzo un día después de que el INEGI dio a conocer que la inflación de la primera quincena de marzo a tasa anual subió a 4.12%; nivel no visto desde mayo de 2019. La decisión de mantener la tasa en 4.0% fue unánime entre los miembros de la Junta de Gobierno del Banco Central. Dicho incremento quincenal se debió al aumento en el precio del gas doméstico LP y la gasolina de bajo octanaje.
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