Al parecer sí tuvimos un crecimiento de más del 7% como se venía prometiendo desde la cúpula política de nuestro país, pero desgraciadamente fue en los precios. Y sí, esto es la tan sonada inflación: el crecimiento generalizado y sostenido en los precios. ¿Por qué una Coca – Cola, una bolsa de papas, la gasolina, por mencionar algunos, no cuestan lo mismo que hace uno, dos, tres, cinco o diez años? Pues porque los precios suben año con año. Este sonadísimo fenómeno no es algo malo, de hecho es algo “natural” en una economía. El tema aquí es que estamos muy fuera de rangos de lo que busca Banco de México, que dicho sea de paso tiene como principal objetivo procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional y promover el sano desarrollo del sistema financiero.

Un claro ejemplo es lo que sucedió en los 80 ‘s en México, cuando la inflación se disparó por encima del 100% y si no me crees puedes consultarlo con alguien que haya vivido esa época. Desafortunadamente, no duró solo un año, fueron casi 10 años donde el dinero cada día valía menos. Fue tan intensa la crisis económica de esos años, que en el colectivo nacional se incrustó la percepción de que la inflación es lo peor que le puede pasar a un país.

Cuando se presenta la inflación, vemos que la cantidad de dinero que veníamos administrando, ya no nos alcanza para comprar lo mismo que antes comprábamos y esto nos termina afectando a todos: a los estudiantes, empleados, a las amas de casa, productores, consumidores, ahorradores, empresarios, jubilados, pensionados, a todos. Sobre todo a los que tienen menos dinero y menos acceso a los servicios financieros.

A partir del 15 de julio de 2011 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) es el encargado constitucional de medir la inflación en México (antes era Banxico pero al ser parte se decidió cambiar el modus operandi). Para esto el INEGI utiliza algunos indicadores. El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) tiene como finalidad estimar la evolución de los precios de los bienes y servicios que consumimos las familias en México. El Índice Nacional de Precios  Productor, integrado por un conjunto de indicadores para medir el precio de los bienes y servicios que se producen en el país, tanto para consumo interno como para exportaciones. Ambos tienen cobertura geográfica nacional, cada estado de la República cuenta con representación de al menos una ciudad en el índice y este se calcula quincenal y mensualmente.

Hablando de números: la inflación en México debería de estar en 3% y con un margen de más/menos un punto porcentual, o sea, entre el 2 y el 4%. Desgraciadamente al día en que se escribe este artículo, la inflación es mucho mayor a esto (casi el doble). Dicho de otra forma, si nuestro dinero no está creciendo por encima de la inflación, nos estamos empobreciendo, porque los precios están aumentando su valor y nuestro dinero sigue igual, es decir, los 100 pesos que en el año 1 compraban cierta cosa, en el año 2 no nos ajustarán, ahora necesitaremos 104, 105, 106, 107 o 110 pesos, por poner un ejemplo.

Al estar fuera de rango, Banco de México tiene que tomar decisiones para regresar al nivel en el que debería de estar. ¿Cómo hace esto? no es una tarea fácil, pero muy importante para efectos económicos en nuestro país, que es la toma de decisiones en la política monetaria de Banxico.

La Ley del Banco de México señala que su Junta de Gobierno se integrará por cinco miembros designados. Entre dichos miembros, el Ejecutivo Federal nombra al Gobernador del Banco, quien preside la Junta de Gobierno. Los demás integrantes se denominan Subgobernadores. Los 5 integrantes de la junta del Banco de México se reúnen y deciden por mayoría si se suben, mantienen o se bajan las tasas.

Al bajar las tasas lo que se haría es impulsar el crecimiento económico, fomentar que los clientes pidan más dinero/créditos en los bancos y que los clientes saquen el dinero de sus inversiones en pagarés o cualquier otro instrumento parecido para que se ponga a circular el dinero; así al haber movimiento se calentará la economía y los precios tenderán a subir porque la gente traerá más dinero en la bolsa.

Caso contrario, al subir las tasas lo que hacen es fomentar que la gente invierta más su dinero en pagarés o instrumentos financieros y que, al ser más caros los créditos, la gente desista de ellos, así logran frenar un poco la economía, la enfrían y eso provocará que los precios por lo menos se mantengan estables y no sigan creciendo a pasos agigantados, porque en teoría no habría dinero suficiente en circulación. Es por esto que hemos escuchado en las últimas reuniones que ha tenido la junta de gobierno de Banco de México que las tasas han subido.

Es un error demasiado común creer que para que la inflación baje los precios tienen que bajar. La inflación puede bajar sin que los precios bajen, ya que la inflación es el cambio en los precios en un periodo determinado. Si dichos precios se mantienen estables en ese lapso y no cambian, la inflación es cero.

Y el tema inflacionario no es algo que solo atañe a México. Este fenómeno ha venido “atacando” a la gran mayoría de los países, y es por ello que escuchamos que las decisiones que toman los bancos centrales de una gran cantidad de países van muy de la mano. Si la inflación está controlada y viene acompañada de crecimiento económico podremos decir que hay un pronóstico reservado pero no pesimista. El gran problema viene cuando a la alta inflación le sumamos un estancamiento económico. Imagínense los precios subiendo y la economía en picada, algo peligrosísimo. A esto se le conoce como estanflación.

Pero, ¿por qué no sólo imprimir más dinero y ya? seguro todos nos hemos hecho esta pregunta por lo menos una vez en nuestra vida. Pues bien, imaginémonos que vivimos en una isla en la que existen 100 cocos y $100 pesos. Cada coco cuesta un peso y nosotros trabajando en la isla ganamos un peso al día; eso quiere decir que podríamos comprar un coco al día. Si el banco de la isla decide imprimir y meter a la economía otros $100 pesos, ahora existirían $200 pesos  pero solo los mismos 100 cocos. Entonces cada coco costará ahora $2 pesos  pero tú sigues ganando solo $1 por día. Ahora ya no te alcanza porque el dinero se devaluó, o sea vale menos. Tendrás que trabajar dos días para poder comprar un coco.

Entonces, ¿de qué nos serviría que simplemente se imprimiera más dinero y se metiera en circulación en nuestro país? Exacto… para nada, más bien nos afectaría porque la inflación seguiría aumentando y no habría un crecimiento económico. ¿O cómo vamos con la promesa de crecimiento económico que se hizo al inicio del sexenio? Es por ello que siempre hay que tomar decisiones financieras lo más prudentes y ecuánimes posibles, para poder tomar acción correcta en caso de algún fenómeno macroeconómico que no dependa de nosotros, y en un futuro nos lamentemos por las decisiones que no tomemos en su momento. No caigamos en la parálisis del inversionista ni en el error del “no ahorro”. Hagamos de nuestras decisiones algo que nos enorgullezca y no algo que nos aterrorice al hablar de ello. Aprendamos a tomar al toro por los cuernos.