La política monetaria opuesta de Turquía

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Los últimos años hemos visto una importante depreciación de la lira turca ante el dólar estadounidense en respuesta a una crisis política y económica con Recep Tayyip Erdoğan al frente de Turquía. Él llegó al poder en 2003, durante once años fue primer ministro y posteriormente fue el primer presidente elegido mediante voto directo. Ha ajustado varias veces la constitución por lo que es muy posible que participe en las elecciones de marzo de 2023 y si gana, se quedaría en el poder hasta el año 2028.

Desde su ascenso al poder, Erdoğan se ha empeñado en que Turquía registre un importante crecimiento económico (según Bloomberg, el promedio de crecimiento económico anual es de 5.48% desde 2003) respaldado por una política de subsidios, créditos a mansalva, colosales proyectos de infraestructura y un elevado endeudamiento. Otra característica del presidente turco es su política económica particular y en contra de lo que dicen las teorías económicas pues considera que las tasas de interés altas aumentan la inflación por lo que es partidario de bajas tasas de interés sin importar el resto del horizonte económico.

Hacia 2018, la situación empezó a preocupar al mundo pues su déficit de la cuenta corriente llegó a ser uno de los más altos en el mundo y se observó un importante aumento en su deuda externa y en la inflación al consumidor. Entre 2013 y el primer trimestre de 2018, la deuda externa de Turquía aumentó un 246% y la inflación se ubicaba en 25.5% anual.  Ambos indicadores registran máximos históricos, pero no fueron los únicos, pues la lira turca llegó a cotizar hasta en 6.53 unidades ante el dólar estadounidense, nivel nunca visto. Desde que arribó Erdoğan al poder, la lira turca se había depreciado casi un 300%. 

Los problemas siguieron. Entre 2019 y hasta inicios de 2021, han pasado cuatro gobernadores al frente del Banco Central de la República de Turquía pues a pesar de tomar medidas de política monetaria necesarias para combatir al aumento de precios (elevar la tasa de referencia) no cumplían con los deseos del presidente turco. Fue hasta la llegada de Şahap Kavcıoğlu, un exdiputado con poca experiencia técnica, al mando del banco central desde marzo de 2021 que empezó a cumplir el deseo del presidente Erdogan al defender y aplicar las teorías del líder turco.

Desde septiembre de 2021 hasta escribir estas líneas, la tasa de referencia turca bajó 500 puntos base en cuatro decisiones de política monetaria situándose en 14.0%. El movimiento ha llevado a la lira a tocar nuevos mínimos ante el dólar estadounidense al llegar a cotizar en 16.41 unidades, una depreciación del 140% en tan solo un año. Los ajustes no han sido bien vistos por el mercado, inyectando más desconfianza en la economía turca, en la cual, según el último reporte de diciembre de 2021, la inflación se ubicó en 36.1% anual.  Pero las decisiones monetarias turcas no solo están afectando a su economía, sino que también están permeando hacia el exterior. En el caso del mercado monetario, la caída del valor de la lira turca provocó volatilidad en varias monedas emergentes, las cuales no necesariamente tienen una relación comercial con la moneda turca; entre ellas, el peso mexicano.

Teoría económica

La política económica poco ortodoxa de Erdoğan está basada en su creencia religiosa e intereses políticos. Respecto a la religión, el presidente es musulmán suní, la rama más tradicional y ortodoxa del Islam, el cual prohíbe el préstamo con altos intereses. Una de las prohibiciones de la sharía (basada en el Corán), es la ribá, que prohíbe la usura o el interés, pues según la ley todo aquel beneficio logrado sin esfuerzo no sirve. La ley islámica también prohíbe la especulación, el gharar (ambigüedad) y las inversiones en varias industrias (alcohol, productos porcinos, juegos de azar y la pornografía). Los bancos islámicos crearon sus propios productos basados en su religión, situación a la que también se han adaptado grandes bancos internacionales. Al parecer, según juristas islámicos clásicos, una tasa de interés que no exceda la tasa de inflación no es un ribá. En el tema político, el presidente turco ha sido respaldado por empresas constructoras durante muchos años, sector que necesita intereses bajos para que sea atractivo entre los inversionistas.  

La teoría económica dice que, ante un escenario de alta inflación, la política monetaria se debe de ajustar al alza (subir la tasa de interés) pues motiva a los consumidores a ahorrar su dinero con tasas de interés más atractivas, disminuyendo así su capacidad de gasto y reduciendo el alza de los precios.

El presidente turco, cree lo contrario. Tanto él como el gobernador del banco central de Turquía respaldan la “política” de bajas tasas con la expectativa de que la producción, las exportaciones y el crédito mejorarán. Pero en un caso económico atípico a nivel global, se corren varios riesgos: la lira podría seguir depreciándose, se podría registrar una salida masiva de inversiones (tanto de capitales como productivas) y una crisis crediticia, situación que presentaría repercusiones económicas en otras economías emergentes, bancos comerciales e inversionistas que hayan invertido en Turquía.