Es normal que los analistas económicos y financieros a lo largo del año ajusten sus proyecciones económicas, sobre todo si existe un evento o factor que cambia el escenario futuro de una economía. Estas proyecciones pueden ser al alza o a la baja, dependiendo de los sucesos. 

A inicios del año, el panorama económico para el 2022 era muy diferente a como lo es actualmente, pues los altos precios de los energéticos, una alta inflación, un incremento en las tasas de interes de la mayoría de los bancos centrales y nuevos confinamientos por brotes de Covid-19 en China provocaron un cambio en las proyecciones económicas.  Gracias a ello, los principales participantes del mercado a nivel global ahora consideran que el 2022 crecerá menos de lo previsto y que la inflación alta persistirá; situación que podría generar más consecuencias económicas.

Si bien en el primer semestre los mercados prestaron toda su atención en la inflación y evaluaron sus consecuencias; en el segundo semestre buscarán pruebas si dichas consecuencias se están materializando. Los principales bancos centrales han elevado sus tasas de interes a lo largo de este año, y algunos emergentes desde el año pasado, para tratar de contener la alta inflación. Algunos bancos centrales han sido más determinantes para ajustar sus tasas, otros apenas están elevándolas o pensando en hacerlo. Pero la preocupación general es que, a una mayor tasa de interés de referencia, se corre el riesgo de una menor actividad económica pues las altas tasas provocan que los consumidores ahorren mayores cantidades y dejen de consumir o contratar créditos. Esto provocaría un mejor consumo y una reducción en los precios (bajaría la inflación) pero también podría provocar que, ante menores compras por parte de las personas, el desempleo aumente por la falta de ventas que una empresa podría presentar.

Es por eso, que, en el segundo semestre, el principal foco de atención será más que nunca como se desarrolla la actividad económica, sin dejar a un lado el tema de la inflación, en espera observar si algún sector económico está desinflándose y sobre todo si el sector laboral comienza a debilitarse. Un incremento considerable en la tasa de desempleo será la consecuencia de la política monetaria actual. Pero el no aplicar un aumento de tasas de referencia, la alta inflación disminuiría el poder adquisitivo de las personas y provocaría altas oscilaciones en los precios de productos y servicios, lo que generaría mayores afectaciones y riesgos en la economía.

Es muy posible que, durante el segundo semestre del año, se observe una debilidad en el mercado interno de varias economías, incluida la mexicana, lo que contrarresta con las previsiones económicas realizadas a inicios del año cuando se esperaba que la recuperación económica global continuaría después de la crisis registrada en 2020.  Pero recientemente, estas proyecciones tuvieron que ajustarse pues existen varios riesgos que limitarían las expectativas económicas previstas.

Específicamente, hablando de la economía mexicana, Banco de México prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá en 2022 solamente en un rango de 1.6 a 2.8%, cifra inferior al rango 1.6 a 3.2%, previsto anteriormente. Para el 2023, el rango se ajustó a 1.4-3.4% desde el previo de 1.9 a 3.9%.  En cuanto a los precios, la institución estima que el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) tocará un pico (máximo) en el tercer trimestre del año para posteriormente empezar a disminuir. Se prevé que la inflación general cerrará el año en curso en 7.5% y acelerará su descenso para converger a la meta de Banco de México (3.0% +/- 1.0%) durante el primer trimestre del 2024.  El comportamiento de la inflación subyacente será similar a la inflación general.

Los analistas consultados por Banxico estiman, según la última encuesta realizada, que el crecimiento económico de México será del 1.77% este año, inferior al 2.79% previsto hace seis meses. También esperan que la inflación general termine en 7.45% y que la tasa de interés de referencia del país sea del 9.5%.

Las instituciones financieras internacionales también ajustaron sus previsiones sobre la economía de México. Por ejemplo, Credit Suisse espera que el PIB solamente sea del 1.5%, Bloomberg estima un crecimiento de tan solo 1.8% y la proyección del Banco Mundial es del 1.7%. Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el PIB mexicano será del 1.9% mientras que para BBVA Research la proyección es del 1.2%.

De hecho, el Banco Mundial y la OCDE no solo ajustaron a la baja sus proyecciones sobre México, hicieron lo propio respecto a la economía estadounidense, europea y asiática, pues las condiciones económicas son muy similares y el panorama futuro es incierto para las principales economías del mundo. Será un segundo semestre más complicado que el primero, pero es muy posible que en el 2023 se ajusten aún más las proyecciones pues ya algunos analistas ven una probabilidad del 33% que la economía estadounidense caiga en recesión el próximo año.