Si 2020 y 2021 quedaron en la historia reciente como los años de la peor pandemia sanitaria del mundo, el 2022 ya se caracteriza por ser el año de las altas tasas de inflación. El fenómeno ha golpeado el poder adquisitivo en la mayoría de los países y en México puso fin a 21 años de niveles históricamente bajos de este indicador. Ni siquiera durante la crisis de las hipotecas subprime de Estados Unidos, que provocaron el estallido de la burbuja financiera mundial, vimos un encarecimiento tal de alimentos y otros productos, como ahora. En la crisis de 2008 el máximo nivel de inflación fue de 6.5%, pero en 2009 regresó al promedio debajo de 4%; la meta primordial del Banco de México.

En apariencia, el aumento de los tipos de interés, con los que los bancos centrales están intentando frenar la inflación, puede ser un buen incentivo para que los inversionistas obtengan ganancias guardando el dinero. Pero, habrá que estar atentos a las señales, ya que las mayores tasas de interés son un lastre para la recuperación y un riesgo ante la recesión económica que se aproxima en 2023.