El valor de una moneda depende de varios temas, desde la oferta y demanda del mercado global, la especulación y hasta la salud económica del país y sus expectativas. Pero la política también influye en la estabilidad, valor y proyecciones de la moneda de un país. Y es que las decisiones que toman las autoridades de una nación ya sean gubernamentales o económicas, repercutirán para bien o para mal en su mercado financiero (moneda, índice bursátil y deuda gubernamental). A continuación, mostraremos unos claros ejemplos de cómo ha reaccionado las monedas ante las decisiones políticas de sus autoridades:
Peso mexicano
En octubre del 2018, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció su intención de cancelar el megaproyecto de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México el día que asumiera el cargo (1 de diciembre). La noticia debilitó al peso mexicano frente al dólar estadounidense un 3.7% solamente el día del anuncio, al pasar de 19.34 hasta a 20.11, pues generó temores por más cambios o cancelaciones en otros proyectos productivos con capital nacional y extranjero. Los días siguientes, como consecuencia de la decisión y la incertidumbre que se generó sobre el futuro de México, el peso llegó a depreciarse hasta a 20.65 ante el dólar, pero posteriormente, el nuevo presidente calmó a los mercados cuando dio a conocer un paquete económico fiscalmente responsable, lo que eliminó algunas especulaciones sobre cómo el nuevo gobierno dirigiría el país.
Actualmente, la decisión de elevar la tasa de interés de referencia por parte de Banco de México, así como otros aspectos económicos positivos, han mantenido al tipo de cambio cercano, o por debajo, de las 20 unidades.
Lira
Otro claro ejemplo de cómo las decisiones políticas afectan a las monedas es la lira turca. Turquía presentaba problemas económicos, aumento de precios, un déficit en la cuenta corriente y bajas reservas internacionales cuando el banco central turco decidió recortar su tasa de interés central en 100 puntos base durante la reunión de agosto del 2021 con la finalidad de reducir la alta inflación que se vivía en ese momento (19% anual). Dicha decisión es opuesta a la teoría económica, la cual dicta que si existe una alta inflación se debe de elevar la tasa de referencia para desacelerar un poco a la economía y así bajar la inflación. Pero, las autoridades financieras decidieron repetir el ajuste hasta llevar su tasa de referencia a 14% en diciembre, debilitando su moneda hacia las 18.36 unidades desde las 7.44 en que inició el 2021. Tan solo cuatro jornadas después, la lira logró recuperarse un 36% gracias al presidente, Recep Tayyip Erdgogan, quien prometió que el Estado pagaría a quienes mantengan sus ahorros en liras como compensación equivalente a la depreciación de la moneda ante el dólar. A lo largo del 2022, la moneda se ha depreciado nuevamente hasta alcanzar la máxima depreciación de 18.76 ante el dólar en un escenario de alta inflación (85% anual) y los constantes recortes en la tasa de interés de referencia (10.5% en octubre).
Yen japonés
En menos de un mes, el Banco de Japón tuvo que intervenir en tres ocasiones al yen para tratar de evitar que se depreciara aún más. Desde hace meses, la moneda japonesa se encuentra bajo presión ante el dólar, pues autoridades niponas han decidido mantener su tasa de interés en -0.10% mientras que sus pares (Reserva Federal, Banco Central Europeo y Banco de Inglaterra, por mencionar algunos) han aumentado considerablemente sus tasas de referencia. La primera ocasión que el banco central influyó en el mercado cambiario fue cuando el yen se debilitó hasta las 145 unidades ante el dólar estadounidense el pasado 22 de septiembre. A pesar de la fortaleza momentánea del yen, tan solo dos semanas después, la moneda japonesa ya cotizaba de nuevo en 145 y continuó depreciándose. Casi un mes después, autoridades intervinieron su mercado cambiario en dos ocasiones más, después de que el yen cotizó hasta en 151.95 unidades ante el dólar. Se estima que el banco central utilizó 9.19 billones de yenes (62 millones de euros) para estabilizar a su mercado. Al momento de escribir estas líneas, el mercado cambiario japonés cotiza alrededor de las 148 unidades, pero aún no se podría decir que el yen dejó de depreciarse, pues mientras que autoridades japonesas continúen con esa política de bajas tasas, los mercados invertirán en aquellos países (por ende, demandarán una mayor cantidad de su moneda) que cuenten con una mejor tasa de interés que la japonesa.
Libra esterlina
Una crisis política llevó a Reino Unido a una crisis económica por unas semanas. Después de que fue destituido Boris Johnson como primer ministro, en su lugar se nombró a Liz Truss para dirigir el país. Bajo el mandato de Truss se dio a conocer un plan de estímulos para tratar de impulsar a la debilitada economía británica, proyecto que no fue bien visto por el mercado, pues generaría una mayor inflación y dejaría de percibir ingresos por concepto de impuestos. Como consecuencia, la libra esterlina llegó a debilitarse hasta el mínimo histórico de 1.0350 ante el dólar y el FTSE (principal índice bursátil) aceleró la tendencia bajista en la que ya se situaba y llegó a marcar el mínimo de 6,707 unidades en lo que va del año. Por su parte, el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir su mercado en varias ocasiones ante la venta masiva de los bonos británicos GILT (de mayor calidad crediticia), lo cual ya estaba afectando seriamente a los fondos de pensiones y aumentado la tasa de interés hipotecaria. Truss renunció a su cargo 45 días después de haber asumido el poder. Rishi Sunak tomó el mando político de Reino Unido, quien con su nuevo equipo de trabajo pretende hacer cambios significativos del desorden que dejó la administración anterior, lo que ayudó a la libra a recuperar un 12% de su valor, una parte de lo que había descendido en la época de Truss.
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