Que los bancos centrales logren someter la inflación sin provocar en el intento una contracción económica, parece una misión casi imposible.
A estas alturas, seguimos viendo que el aumento de tasas de interés es el mecanismo favorito de los bancos centrales para intentar enfriar la economía y moderar el incremento de precios.
Por eso, las alertas amarillas en el panorama de 2023 se mantienen encendidas. Principalmente, porque estos ajustes tardan en reflejar el impacto en la actividad económica y mientras, el riesgo de más inflación sigue latente.
La expectativa que impera, sigue siendo una invitación a la cautela. Y todavía no se descarta que la recesión en la economía global se manifieste en el segundo semestre.
En el caso de México, los pronósticos confirman un menor crecimiento del PIB para el presente año. Esto a pesar de que en la revisión del mes de enero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) mejoró su expectativa de 1.2% a 1.7% en este indicador. Sin embargo, aún con optimismo, el PIB al cierre de 2023 estaría muy por debajo del rango registrado en 2022, que fue de 3 por ciento.
De momento, el camino para llegar a la desinflación sigue siendo una moneda al aire. Ante esto, es pertinente mantener esquemas de inversión adecuados, que realmente permitan conservar el valor de nuestro dinero.
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