Juan José Solórzano Zepeda
Coordinador de la Incubadora de
Empresas Tecnológicas del ITESO
México es un país de emprendedores, pero la mayoría de quienes se aventuran a crear un negocio no buscan generar impacto social, sino resolver sus problemas económicos.
Cambiar el “chip” del emprendimiento es una de las tareas principales de la Incubadora de Empresas Tecnológicas del ITESO, tema sobre el que habla en entrevista su coordinador, Juan José Solórzano Zepeda, luego que recientemente tres proyectos incubados en este lugar fueron premiados en el Concurso de Emprendimiento de Alto Impacto 2023.
El primer lugar fue para Cemfix, un cemento autorreparable que puede recuperar su forma ante la presencia de grietas leves y moderadas, causadas, por ejemplo, por terremotos. El segundo premio lo obtuvo Sensité, un producto basado en ingredientes naturales para el cuidado íntimo femenino y el tercero fue Newcomers Experience, que busca acompañar a las personas y familias que emigran a Estados Unidos por motivos laborales para encontrar casa, escuela para los hijos, etcétera.
¿Cómo está la creación de empresas de alto impacto en México?
“Hace falta mucho para impulsar este tipo de emprendimiento porque actualmente hay muchos proyectos emprendedores que buscan el éxito económico, pero que impactan negativamente el medio ambiente”, señala Juan José Solórzano.
Reconoce que en la mayoría de los casos se requiere plantear soluciones más efectivas que reduzcan el impacto negativo, mejoren el uso de recursos y procuren incorporar más la participación de las comunidades en las que inciden.
“Nosotros como incubadora no esperamos que el proyecto desde su origen sea de alto impacto. Es nuestra función tratar que estas iniciativas se conviertan en empresas con estas características”, añade Solórzano.
¿Cómo se puede identificar un proyecto de alto impacto?
“Los proyectos de alto impacto son los que inciden de manera importante en aspectos económicos, sociales y ambientales”, responde el académico del ITESO.
Explica que este tipo de empresas, normalmente buscan resolver problemas sociales y contribuir a un desarrollo regional.
“Les llamamos de alto impacto porque generan ingresos que permiten salarios superiores al promedio del mercado. También ofrecen a sus trabajadores condiciones de bienestar y procuran el crecimiento de la cadena productiva. Esto es, contribuyen a profesionalizar a sus proveedores, ayudando a que crezcan e impacten al sector productivo en el que se encuentran”.
Esas empresas también toman en cuenta aspectos ambientales para que sus procesos no afecten el entorno o lo reduzcan y hagan uso óptimo de los recursos.
“Una empresa de alto impacto está generando hacia adentro un beneficio hacia sus empleados, mientras hacia afuera lo hace en favor de los clientes, pero también de la comunidad”.
¿Una empresa de alto impacto puede garantizar su permanencia?
Pocas empresas logran sobrevivir los primeros 5 años y es por ello que se recurre al proceso de incubación, indica Solórzano.
“Una empresa de alto impacto puede durar de 8 a 10 meses en la incubadora, dependiendo del tipo de proyecto, aunque esto no asegura su permanencia. Cuando termina de incubarse, lo que se puede esperar es el inicio de operaciones, pues en ese momento ya tiene definida una estructura, una estrategia y una planeación para dar los primeros pasos”.
El entorno para las empresas siempre es dinámico, cambiante e incierto y por eso es necesario un seguimiento continuo para identificar posibles amenazas y evaluar fortalezas.
Un tema importante es el del financiamiento, pues pocos proyectos tienen acceso a recursos. Y solo los proyectos de base tecnológica que cuentan con un planteamiento válido de solución a problemas sociales, pueden llegar a acceder a recursos públicos.
Sin embargo, todo buen proyecto emprendedor de alto impacto siempre requiere alianzas estratégicas e inversión de los propios emprendedores, concluye el entrevistado.
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