El dinero que los migrantes envían a sus familiares en México tiene dos rostros para la economía: Uno bueno y otro malo.
La parte buena de esto es que contribuyen a fomentar el crecimiento económico. Pero del lado negativo, evidencian la vulnerabilidad, ya que ayudan a sostener artificialmente a casi 5 millones de familias que carecen de oportunidades en el país.
México es el segundo lugar del mundo que más remesas recibe, después de India. Además, el flujo proveniente de estas transferencias, que en 2022 estuvo cerca de los 60 mil millones de dólares, casi duplica el ingreso proveniente de las exportaciones petroleras (39 mil millones de dólares).
La doble cara de las remesas también se observa en el crecimiento actual, el cual contrasta con la caída de su valor. Algunos analistas calculan que el poder adquisitivo de las remesas ha disminuido en más del 10%, lo que en la práctica significa que las familias cuentan con 3 pesos menos por cada dólar recibido en el último año.
Y aunque el ajuste en el tipo de cambio le pone una cara menos optimista a los billetes verdes, siempre es mejor que sigan llegando.
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