En el balance de la primera mitad de 2023, la situación económica del estado parece positiva en cuanto a creación de empleos y empresas, así como menor inflación y buen flujo de remesas, de acuerdo con el análisis elaborado por académicos de la Plataforma Economía de Jalisco de la Universidad de Guadalajara.
Sin embargo, la mejoría en todos estos indicadores tiene sus limitantes y para el segundo semestre hay muchas posibilidades de que el avance de la economía se debilite, advierten los investigadores.
¿Cómo luce el panorama?
Aunque la entidad está por arriba de la media nacional en crecimiento económico, hay varios riesgos.
Uno es que el próximo año la perspectiva sea menos optimista, reconoce el Coordinador de la licenciatura en Economía del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG, Moisés Alejandro Alarcón Osuna.
“No es propiamente una recesión lo que se espera, más bien un crecimiento menor en 2024 respecto al de 2023”, precisa Alarcón.
El pronóstico para el Indicador Trimestral de la Actividad Económica (ITAE) de Jalisco durante el 2023, es que enfrente una desaceleración. La expectativa de este indicador, que estuvo impulsado por el sector turístico e inmobiliario en los primeros meses, es que pase de un crecimiento preliminar de 4.43% en el primer trimestre, a 2.73% en el último trimestre del año.
Lo anterior confirmaría una paulatina desaceleración en el dinamismo de los sectores productivos del estado.
Balance del primer semestre
En general, el panorama económico de la primera mitad de 2023 fue positivo para Jalisco.
De acuerdo con los especialistas, destaca el empleo con la generación de 80 mil plazas anuales en promedio a partir de 2021, después de la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, a pesar del crecimiento en el número de fuentes laborales, se ha presentado un retroceso en los niveles salariales, indica el Director de la División de Economía y Sociedad del CUCEA, Antonio Sánchez Bernal.
Por ejemplo, en 2017 el personal ocupado que ganaba entre uno y dos salarios mínimos representaba 42%. En la actualidad, más de 68% de los trabajadores gana menos de dos salarios mínimos en el estado.
En tanto, las personas con niveles salariales mayores a cinco salarios mínimos disminuyeron, al pasar de 3.7% en 2019 a 1% en 2023.
Lo anterior significa que hoy se tiene en el estado “una peor distribución del ingreso salarial”. Una de las razones es que durante la pandemia se redujeron los sueldos para evitar el cierre de empleos. La otra es que los aumentos a los mini salarios no se aplican a todos, lo que ha traído una alta rotación de personal, puntualiza Sánchez Bernal.
Y aunque también ha crecido la creación de empresas, el inconveniente es que la mayoría son pequeñas y medianas.
De abril de 2020 a noviembre del 2022, el sector con más recuperación es el de las empresas de menos de 100 trabajadores. Mientras, las de más de 251 trabajadores han disminuido 9.56%, lo que representa una pérdida de capacidad instalada, menor productividad y menos oferta de salarios altos.
Inflación y remesas
Entre los factores que han afectado el poder adquisitivo, además de los bajos salarios, destaca la inflación. Y aunque esta ha tenido descensos, el nivel de precios ha propiciado que los consumidores pierdan el equivalente a 15 pesos diarios en su capacidad de compra, indica el investigador del CUCEA, Héctor Iván del Toro Ríos.
En el caso de las remesas que llevan tres años de crecimiento consecutivo y hoy rondan los 58 mil 500 millones de dólares, lo cual equivale a casi 4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, se tiene una afectación por el tipo de cambio y la inflación, advierte por su parte, Raúl Rodríguez de la Escuela de Negocios del ITESO.
Entre los estados que más remesas recibieron de enero a abril de 2023, se encuentra Jalisco con 1,273 millones de dólares. Y el municipio más dependiente de estas divisas es Guadalajara, que ocupa el segundo lugar nacional con 631 millones de dólares en 2022, solo por debajo de Tijuana, apunta el investigador del ITESO.
Básicamente, “las remesas complementan los ingresos de las familias en la ciudad” y al bajar su valor hay un impacto en el consumo urbano, finaliza Rodríguez Reyes.
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