Las implicaciones de los altos rendimientos de los bonos

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Durante unas semanas, los inversionistas vigilaron muy de cerca el comportamiento de los rendimientos de los bonos del Tesoro, los cuales llegaron a cotizar en máximos de 16 años.  A continuación, explicaremos los motivos que impulsaron dichos movimientos y lo que implican.

En septiembre pasado, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, y los integrantes del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC por sus siglas en inglés) proyectaron que habría un incremento más en la tasa de referencia antes de que terminase el 2023. Dicha proyección provocó que los rendimientos del Tesoro se incrementaran considerablemente.

Recordemos que conforme el banco central de un país ajusta su tasa de referencia, los rendimientos de la deuda gubernamental de dicho país, así como la deuda corporativa, se ajusta según el movimiento que se realizó. Si se decide aumentar la tasa de interés, los rendimientos de los bonos se incrementarán también; si el ajuste es a la baja, los rendimientos bajarán. Los costos de cualquier crédito bancario que se ofrezcan en dicha economía también tienen una correlación positiva con la tasa de interés.

Durante el período comprendido entre el 20 de septiembre y la cuarta semana de octubre, los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años experimentaron un ascenso desde el 4.3607% hasta alcanzar su punto máximo en el 5.0187%, un nivel que no se registraba desde julio de 2007. Asimismo, en cuanto a los rendimientos de los bonos a 30 años, se observó un incremento.

Dicho incremento puso en jaque a los mercados: la renta variable empezó a descender y el precio del petróleo y del oro disminuyeron considerablemente; momentáneamente se observó un incremento del dólar estadounidense frente a las principales monedas. Pero el incremento de los rendimientos de los bonos generó importantes preocupaciones a nivel global.

Tomando en cuenta que los rendimientos de la deuda estadounidense se han duplicado en 20 meses y que previamente permanecieron por debajo del 2% entre 2020 y la mitad del 2022, el incremento que hemos visto en los últimos años tiene muchas implicaciones no solo para los gobiernos, sino también para empresas.

Entre más altos sean los rendimientos de los bonos, las empresas y gobiernos deberán de pagar una mayor cantidad de dinero a los inversionistas con quienes adquirieron dicho compromiso.  No es lo mismo, aunque sea una economía como Estados Unidos, pagar intereses al 0.5053% como en agosto del 2020 o al 1.85% en diciembre del 2019 que al 4.6597% en que se ubica el rendimiento del bono a 10 años al momento de escribir estas líneas. 

Si a lo anterior se añade que, en consecuencia de la pandemia, muchos países aceleraron su nivel de deuda gubernamental para reactivar su actividad económica y a los recientes incrementos de los déficits fiscales, el escenario no es muy alentador. Por ejemplo, Estados Unidos registró una deuda del 121% respecto a su Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del 2022, mientras que su déficit fiscal fue del 6.3%. Se estima que este año el diferencial entre los ingresos y los gastos del gobierno serán del -8.2%.

Es así como vemos que los países tienen que pagar una mayor cantidad de deuda y más costosa mientras sus ingresos han disminuido derivado de una menor actividad económica. Si bien ha reducido a 55% la probabilidad de que Estados Unidos caiga en una recesión económica en los próximos 12 meses (a inicios del año llegó a 67.5%), conforme se extienda la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal (alta tasa de interés), la probabilidad aumentará. De acuerdo con FedWatch Tool desarrollada por CME Group, los operadores de futuros de tasas esperan que el banco central estadounidense reduzca su tasa de interés en 25 puntos base hasta mayo del 2024.

¿Y se preguntarán, por qué la Reserva Federal no reduce la tasa de referencia para que los rendimientos de los bonos disminuyen también y la carga financiera de las naciones se modere?  El banco central ha elevado su tasa de referencia con la finalidad de desalentar la actividad económica y disminuir la inflación, la cual es perjudicial para una economía. Si bien, la inflación ha disminuido considerablemente desde el nivel de 9.1% anual alcanzado en junio del 2022, entre junio y septiembre se observó un repunte en los precios del 3.0% a 3.7% anual.  Por su parte, la inflación al productor también se aceleró a 2.2% anual desde el mínimo de 0.2% anual de junio.

A los países, como Estados Unidos, no les queda más que emitir más deuda para cubrir los boquetes fiscales que registra y para cubrir los pagos de esta para tratar de mantener una adecuada actividad económica. De continuar así, en algún punto, podríamos ver una nueva crisis de deuda en algunas economías, tal como la que vivieron algunos países europeos en 2012.