Como en cada sexenio, en Finestra realizamos un análisis de cómo evolucionó la economía mexicana bajo la administración que está a punto de terminar. Antes de describir el comportamiento de los principales indicadores económicos del país, es importante comentar que el periodo sexenal de Andrés Manuel López Obrador registró una importante adversidad, así como todas las economías globales, por una profunda pero corta recesión a consecuencia de la pandemia, situación que detuvo al mundo durante unos meses y afectó la evolución natural de los mismos indicadores.
Desempleo
Durante los últimos 6 años, uno de los indicadores que registró un avance fue la tasa de desempleo; referencia mundial para medir la salud de una economia. En diciembre del 2018, la desocupación fue del 3.3%, cifra inferior al 2.8% registrado en junio del 2024 (último dato disponible para realizar este reporte). Al analizar los valores absolutos, se observó que al inicio del sexenio 53.7 millones de personas tenían un empleo, cifra que se comparó con los 58.9 millones que laboran en junio. Esto implica un incremento del 9.76% en casi la totalidad del sexenio, variación muy similar al aumento del 9.21% entre la población mayor de 15 años con la capacidad y disposición de laborar (a esto se le conoce como la Población Económicamente Activa). Lo anterior implicaría que la economía mexicana es eficiente pues cuenta con espacios laborales disponibles para aquellos ciudadanos que se van integrando naturalmente a la vida laboral.
Sin embargo, preocupan otros datos. La tasa de informalidad registró un descenso del 56.5% a 53.8%, resultado que se podría considerar positivo, pero la realidad es muy diferente al observar la cantidad de personas bajo esa modalidad laboral. En diciembre del 2018, 30.3 millones de trabajadores no contaban con seguridad social por parte del patrón, su dependencia laboral no era reconocida por su fuente o trabajaban para micronegocios los cuales no contaban con registros fiscales. Para junio del 2024, esta cantidad aumentó a 31.7 millones de personas. Entonces, más mexicanos tienen un empleo, pero la informalidad continúa limitando el desarrollo económico del país.
Inflación
Cuando AMLO llegó al poder, había una importante presión inflacionaria en el país, pero ésta parecía empezar a desacelerarse. En diciembre del 2018, la inflación general fue de 4.83% presionada por los precios no subyacentes (específicamente por los energéticos y las frutas y verduras). Pero a comparación de aquel entonces, Banco de México aún ajustaría un poco más su tasa de referencia hasta el 8.5% para recortarla 8 meses después ya que los precios habían caído dentro del rango de la meta establecida por Banco de México (3.0% +/- un punto porcentual).
Posteriormente, la inflación continuó desacelerando, presionada por la ausencia de demanda por la pandemia, hasta caer al 2.15% anual en abril del 2020. Ante esta caída en los precios, el banco central aceleró sus recortes de tasas pues era ilógico mantener una política monetaria tan restrictiva con los precios cayendo.
Al reactivarse la economía, entre 2021 y 2022, los precios se aceleraron considerablemente, llegando a niveles no vistos en 20 años, por lo que Banxico tuvo que elevar nuevamente su tasa de referencia para tratar de combatir dicho aumento, la inflación llegó a elevarse hasta el 8.7% anual. La situación inflacionaria y de política monetaria se repitió en la mayoría de los países a nivel global. Gracias a los ajustes del banco central y a una normalización económica global, los precios se fueron desacelerando hasta el 4.26% en octubre del 2023, nivel desde el cual rebotó y nuevamente registró presiones al alza.
A julio del 2024, la inflación mexicana se ubicó en 5.57%, afectada especialmente por el aumento de precios del 23.5% en las frutas y verduras, y superior al 6.0% en la educación y en servicios, como el mantenimiento de automóvil, consulta médica, restaurantes y similares. Respecto a la visión del Banco de México, la inflación subyacente continúa desacelerando (aunque aún no llega al rango meta) y el aumento en los precios no subyacentes son transitorios, por lo que comenzaron a reducir la tasa de referencia.
En resumen, el poder adquisitivo de los mexicanos se vio mermado durante la administración que está por finalizar.
Crecimiento
Respecto a la economía, el sexenio de Lopez Obrador inició con el pie izquierdo. Si bien la cancelación oficial del proyecto de un nuevo aeropuerto se anunció en enero del 2019, ya con Lopez Obrador en funciones, en octubre del 2018, el entonces presidente electo realizó una consulta popular donde se rechazó el proyecto. Dicha incertidumbre se reflejó no solo en el tipo de cambio, si no también en una baja disposición de las empresas nacionales y extranjeras de realizar inversiones en el país, lo que afectó directamente a la actividad económica. El Producto Interno Bruto (PIB) se desaceleró considerablemente durante el primer año del sexenio al contraerse casi un 1.0% en 2019 con el sector secundario como el principal afectado; esta cifra contrasta con el promedio del 2.0% anual que creció la economía en el sexenio anterior.
Entonces, llegó la pandemia. La economía nacional, como el resto del mundo, se contrajo severamente, pero a comparación de otras naciones, su recuperación fue más lenta logrando recuperarse de la recesión hasta el tercer trimestre del 2022.
Hacia el último año de la administración, y a pesar del nearshoring del que se ha beneficiado nuestro país, un descenso en la actividad manufacturera (subsector de mayor contribución al PIB total) ha lastrado la economía mexicana. Esto se debió a una normalización en las operaciones de la industria automotriz por una huelga en Estados Unidos y el mantenimiento planeado en varias plantas automotrices en territorio nacional. Además, la minería se ha desacelerado desde que inició el 2023 y algunos sectores terciarios (como el comercio al por menor, los servicios corporativos y el transporte, correos y almacenamiento) suman un par de trimestres de descensos.
Hasta las cifras preliminares del segundo trimestre del 2024, la economía mexicana bajo la administración de López Obrador habría crecido solamente un 1.03% en promedio anual. Variación inferior al promedio del 4.0% anual de crecimiento que prometió en su campaña presidencial.
Remesas
Antes de hablar sobre el tema, es importante recordar que las remesas no son un indicador per se de la evolución económica de un país, pero para México es importante pues es una de las principales fuentes de ingreso de dólares a la economía que beneficia directamente a los bolsillos de los consumidores.
De acuerdo con la última cifra disponible de Banco de México, en junio ingresaron al país 6,213 millones de dólares por concepto de remesas, logrando un récord. Al inicio del sexenio, se reportó la captación de 3,021 millones de dólares, técnicamente el indicador se ha duplicado en seis años.
El único factor por el cual el gobierno mexicano contribuye a este indicador, y en perspectiva negativa, es la falta de capacidad social, económica y de seguridad para retener a los mexicanos en nuestro país. Pues el envío de más dinero cada vez de nuestros compatriotas en el extranjero, principalmente de Estados Unidos, desde donde se envía alrededor del 96% del total, se debe a que hay una mayor cantidad de compatriotas fuera del país en busca de mejores oportunidades de vida. En otras palabras, esto se debe a la sólida economía de nuestro país vecino. Por otro lado, el incremento en la cantidad de remesas enviadas también fue influido por la fortaleza del peso durante parte del 2023 y el 2024, pues se envía una mayor cantidad de dólares para compensar el menor valor del dólar.
El dinero que reciben los mexicanos del extranjero ayuda especialmente al consumo personal. Pero a pesar de esta ventaja económica, el gasto en los hogares mexicanos creció solamente 11.80%, la menor variación en los últimos 4 sexenios; con excepción del periodo de 2006-2012 cuando se registró la gran recesión global del 2008 y la crisis de salud en 2009.
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